martes, 18 de septiembre de 2012

En un viejo teatro.



Cómo le gustaba aquel viejo teatro, era el único lugar donde parecía ser feliz. Se paseaba correteando de un extremo a otro del escenario. Danzaba como un pajarillo enjaulado que es puesto en libertad. Brincaba con los ojos centelleantes mirando al techo. ¡Oh, dios! Hacía tanto que no se sentía tan libre, tan dichosa…
De pronto se detuvo. Permaneció inmóvil unos segundos con una pequeña sonrisa en su rostro. Se dio la vuelta y bajó unas oscuras y resbaladizas escaleras situadas al fondo. Poco después apareció envuelta en una preciosa capa de seda azul. Comenzó de nuevo su danza por todo el espacio, revoloteando como una mariposa de flor en flor. Estaba hermosa, a pesar de sus casi sesenta años.
Pero toda esa alegría se transformó en angustia. Sus piernas empezaron a flojear, sus manos temblaban y su expresión era de horror. Pálida y sin pestañear se derrumbó y cayó sobre sus rodillas, en el suelo. Una lágrima rodeó su pómulo hasta llegar a la comisura del labio. Ni siquiera se inmutó.
-Otra vez no…- susurró entre dientes.
La misma melodía de siempre, aquella que la perseguía en sus sueños… ‘soy sólo un actor que olvidó su guión’. Resonaba en su cabeza, una y otra vez, sin saber porqué, cómo, cuándo.
En la calle sonó el frenazo en seco de un coche. Se oyeron pasos rápidos que pisaban los charcos formados por la lluvia. Entró en el auditorio una joven. En una mano sostenía un paraguas empapado, casi tanto como su rostro bañado en lágrimas. Avanzó velozmente entre las butacas y profirió un grito ahogado:
-¡Mamá!
La señora, arrodillada aún en el escenario, levantó la cabeza.
-¿Mamá? ¿Quién eres tú?- dijo con un gesto de incertidumbre. La joven rompió a llorar, era la viva imagen del dolor.
-Ma…má, por favor, vamos a casa, deja de darnos estos sustos…- apenas podía articular palabra. 
Aquella situación cada día se hacía más insoportable. Su madre, la misma que le había regalado la vida, no la reconocía, no sabía quién era, no tenía recuerdos… Se acercó a su progenitora, la sujetó con fuerza y ambas se dirigieron a la salida. Una destrozada por el dolor, la otra totalmente desconcertada, sumergida en un mundo de pensamientos vacíos…

4 comentarios:

  1. La verdad es que no llego a poder imaginarme lo dificil que es perder la memoria y verte a ti misma perdida sin saber en donde y porque, pero sobre todo en ser conocedora que eso pasará...
    Al igual que el dolor que debe sentir la persona que se queda ahí esperando cada día a ver un algo que le diga que vuelve a ser la de siempre, que le conoce y demás...
    Simplemente me ha encantado el texto

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  2. Me ha gustado mucho, y también me ha dado mucha pena.

    (Y te echo de menos, quiero que vengas).

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  3. Terrible enfermedad la que te quita lo más preciado: los recuerdos. Sin embargo, ni el Alzheimer pudo llevarse lo que un día fue sobre un escenario. Me ha gustado. :-)

    atlantis2050.blogspot.com

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  4. Es duro que se lleven cosas tan importantes de nosotros mismos como son los recuerdos, lo importante es seguir adelante con ello.

    Sigue escribiendo :)

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