
Toca mi piel. Siento el calor. Es la llamada. Es el momento. Acércate, aquí no hay sitio para dos. Besos fogosos recorren mi cuerpo. Caricias… acaríciame, más fuerte. Siente el roce de mi cuerpo. El paseo de mi lengua por cada rincón de tu piel. El calor de mi agitada respiración sobre tu cuello. Y llegó. Una explosiva y salvaje fusión. Muérdeme, ya no te dejaré escapar… Se acerca el ansiado y deseoso clímax. Un momento delicioso, acalorado, pegajoso. El final de una noche placentera donde no había sitio para dos.
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